Opinión / El desarrollo sin el desarrollo

A las esperables consideraciones políticas que supone la defensa del modelo desde los sectores que han sido beneficiados por él -en momentos en que Chile se prepara para redefinir su orgánica política- se suma un limitado y pobre entendimiento de lo que es desarrollo económico. Tal como bien argumenta Ha-Joon Chang (1) , desde el auge del neoliberalismo, desarrollo ha sido sinónimo de reducción de la pobreza, provisión de necesidades básicas y mejoramiento de la condición individual desde el sustento de la estructura productiva existente. Esta conceptualización deja de lado una dimensión que históricamente ha sido central para entender el desarrollo: la productiva.

Chang sigue su argumento contándonos que previo al acuerdo neoliberal existía un amplio consenso que definía desarrollo como una transformación de la estructura productiva, desde la construcción y acumulación de capacidades colectivas, que resultaba en transformaciones de la estructura social (urbanización, cambios en las relaciones de género, en el tratamiento del medio ambiente, fortalecimiento del poder del trabajo, etcétera). Sin embargo y sin ser sorpresa, el discurso de desarrollo que predomina en el país es el neoliberal, y por tanto, se suele habla de desarrollo sin siquiera mencionar al desarrollo. De aquí que tampoco sea sorpresa la poca atención que se le da al modelo cuando se habla de desarrollo. En el programa de CNN Chile 360º: El modelo en debate, en un capítulo titulado El desarrollo que soñamos (2) , Andrés Velasco -ex ministro de Hacienda- expresó que él “no creía en la discusión de el modelo económico”; asimismo, el actual Ministro de Hacienda dijo que le complicaba el “reduccionismo del slogan del término de hablar de el modelo”.

Las limitaciones del discurso económico en el país pueden constituir un freno importante a las aspiraciones de transformación que las mayorías han manifestado. Sin la dimensión productiva, las demandas en materia de derechos sociales, laborales y medioambientales aparentan soluciones que pasan por encima de la estructura que da origen a estas demandas, especialmente cuando la defensa del modelo actual se da, sobre todo, desde la defensa de esa misma estructura, de las instituciones económicas que la sostienen (la Constitución), y de las políticas que la reproducen. Es en esta página que se entiende que Sebastián Edwards señale que el desarrollo económico de un país no dependa de la matriz productiva ni menos del grado de complejidad de lo que se produce (3), un argumento útil cuando Chile en los últimos cuarenta años sólo ha avanzado un puesto en el ranking del Índice de Complejidad Económica de la Universidad de Harvard (4). Algo parecido pasa con quiénes defienden el TPP obviando las importantes restricciones que este acuerdo impone a políticas de desarrollo productivo, en particular prohibiendo que el país pueda poner requisitos de transferencia tecnológica a empresas extranjeras -para desarrollar capacidades tecnológica locales – y el uso de impuestos a las exportaciones para la promoción de sectores específicos (5) . La misma lógica se da en la discusión sobre el Banco Central y la posible revisión a su esquema de gobernanza en el debate constitucional: se argumenta que nada habría que modificar aquí por la intachable labor del ente emisor en mantener la inflación baja y estable, sin mencionar que la inmovilidad del Banco Central en el mercado cambiario durante el súper ciclo del cobre resultó fortaleciendo el carácter extractivista y la dependencia en los recursos naturales de nuestra matriz productiva.

La disputa por el modelo pasa necesariamente por disputar el concepto de desarrollo, sin esto, el riesgo es que cambiemos todo, menos lo que teníamos que cambiar.

Javiera Petersen
Directora Ejecutiva Observatorio de Políticas Económicas (OPES)
Docente de la Universidad Abierta de Recoleta

Referencias:

(1) Ha-Joon Chang. (2010). Hamlet without the Prince of Denmark: How development has disappeared from today’s ‘development’ discourse.

(2) https://www.youtube.com/watch?v=kMxt4MbVwFw&list=UUpOAcjJNAp0Y0fhznRrXIJQ&ab_channel=CNNChile

(3) Columna de Sebastián Edwards “’Buenismo’, enfermedad infantil del izquierdismo”, publicada en El Mercurio el jueves 20 de agosto del 2020.

(4) Cifra #7 del libro “38 cifras que definen Chile” del Observatorio de Políticas Económicas – OPES. www.38cifras.cl

(5) Ver el capítulo 9 sobre “Inversión”, Artículo 9.10 sobre “Requisitos de Desempeño” y el apartado sobre “Disciplinas comerciales del tratado a firmar. Para más discusión recomiendo la columna de Hassan Akram “Tres razones para oponerse al TPP-11”.